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17 sept 2010

NORMANDÍA Y LA BRETAÑA, (2) ÉTRETAT

ÉTRETAT: NORMANDÍA Y LA BRETAÑA (2)
Jueves 12 Agosto 2010



  Hoy no madrugamos tanto y relajadamente nos preparamos para el siguiente trayecto, calculábamos que por la tarde llegaríamos a nuestro primer destino programado.
Hasta Etretat fuimos por comarcales o regionales, como se llamen allí, atravesando campiñas inmensas, zonas boscosas francamente imponentes, ciudades y pueblos dignos de postales, tiempo soleado y algo de calor para a continuación caer violentos chaparrones que nos dejaban el parabrisas como la patena.



  Nos llamó la atención un puente sobre El Sena que por sus desniveles parecía que estábamos en un tobogán ( Pont de Brotonne ) y curioso cruzar por un pueblo llamado Goderville, al entrar en él informaban en un gran cartelón que estaba hermanada con la ciudad de Medina de Rioseco.
   Por fin después de 1.450 kms llegamos a Etretat, en la costa de Normandía a eso de las cinco de la tarde. El área se encuentra a la entrada del pueblo junto a un camping,  ( N-49º 42.015’   E-0º 12.951’ ), lo primero que vimos fue una enorme cantidad de autocaravanas aparcadas al otro lado de la calzada frente a la entrada. Nos dio mala espina y me coloqué en la puerta como para entrar, pero un pivote impide el acceso hasta que abonas los siete euros que costaba la pernocta.

MAPA GENERAL DE ACAMPADAS ABAJO DEL TODO

  Solo había un sitio fuera de zona marcada pero sin molestar y ante la insistencia de un colega francés nos colocamos allí perfectamente. Los servicios eran de pago aparte de la pernocta. 3€ por diez minutos de agua y 55 de luz.
  Entusiasmados por encontrarnos ya aquí, nos preparamos rápidamente para salir a patear la ciudad. El área no se encuentra lejos del centro y con el buen tiempo que se había quedado, era un placer deambular entre los turistas que a pié o en bicicleta inundaban esta preciosa ciudad.


  Nos llamó la atención una tienda de “souvenirs” por su construcción, que parecía debieron ser unas caballerizas reacondicionadas para tal fin, pero con un gusto muy notable y con la particularidad que debajo del tejado estaba todo al aire libre, hasta el punto que en los puestos interiores y en las barandillas tenían instalados esos pinchos típicos que se ponen en los tejados para que no se aposenten las palomas.      Curiosísimo. A pesar de la enorme afluencia de visitantes, no existía la sensación de agobio por ninguna parte y se transitaba con absoluta tranquilidad. Pero lo que nos dejó verdaderamente impactados fue al asomarnos por el  paseo marítimo. De improviso aparecen los majestuosos acantilados que han dado fama a ésta localidad. Con el sol poniéndose justo en la línea del horizonte. Sencillamente impresionantes. Las muy famosas “falaises” a derecha e izquierda del pueblo, los acantilados de piedra blanca que la erosión del mar ha conformado en enormes arcos y cuevas caprichosas a cada cual mas llamativa. Este era una de los destinos mas esperados de nuestro viaje.


   El lugar donde Claude Monet eligió para crear parte de su obra impresionista en sucesivas y permanentes visitas. La luz, los colores, el mar, los prados verdes, todo este conjunto de “impresiones” que te produce al contemplarlos quieres imaginar que son las mismas sensaciones que a Monet le inspiraron en su obra magistral. Para una pintora, como Flor, éste lugar puede asemejarse al campamento base del Everest para un enamorado del montañismo, a Maranello para un aficionado a la F1, o bailar en “La Viruta” para un amante del Tango. Fue un regalo. Temperatura perfecta. El sol cayendo. Nos sentamos en la playa de guijarros a dejarnos impregnar por todas aquellas sensaciones.


  Después de un buen rato, decidimos acercarnos, aprovechando la marea baja, hasta la base de La Falaise de Aval, no sin antes, comprobar el horario de las mareas que por todas partes advierten con insistencia que se respeten escrupulosamente por su peligrosidad.
Que contraste cuando nos topamos con una reliquia del pasado mas reciente.
 Estamos en Normandía, y claro, los recuerdos del Desembarco del 44 están por todas partes. Aunque aquí no se produjo el desembarco, existen restos de las fortificaciones alemanas por toda la costa y junto a la magia del lugar nos encontramos con un búnquer en la misma playa junto al acantilado y mirando al mar, para recordarnos los dos extremos a los que nuestra especie es capaz de alcanzar. Las bellezas mas cautivadoras y los horrores mas espeluznantes.


  Es enorme la distancia que hay hasta la base del arco, y todo sobre terreno encharcado por las enormes mareas que aquí se producen y que dejan al descubierto nuevos restos de fortificaciones alemanas. Ya muy cerca de la “Falaise d’aval”, aparece una enorme bóveda a la que solo se puede acceder con la marea baja, en su interior, una escalera metálica da acceso a un túnel que atraviesa el acantilado para situarte al otro lado, en donde nuevamente el sol de poniente te permite observar el resto de los acantilados blancos que no se pueden ver desde Etretat. Otro espectáculo que no hay que perderse, si la marea lo permite.



  Regresamos porque empezaba a oscurecer, nos dedicamos a pasear por esta preciosa localidad que a la caída de la tarde ofrece un ambiente tranquilo y agradable. Aunque hay movimiento por todas partes, el ritmo del pueblo es muy apacible a pesar de que las tiendas cierran mas tarde de lo que es habitual en Francia.
Emocionados, cansados, muy contentos, regresamos al área para cenar y preparar el plan del día siguiente.



Viernes 13 de Agosto 2010


  Después de un sueño reparador y un desayuno tranquilo, abundante y suculento, nos preparamos para deambular todo el día llevándonos lo necesario para comer de bocatas y no tener que volver a la autocaravana.
  El primer “vistazo” de ayer nos impulsó a conocer los acantilados por el camino superior, que transcurre por todas sus crestas y que debe ofrecer unas vistas increíbles. Elegimos en primer lugar la “Falaise D’aval”. A medida que íbamos ascendiendo el paisaje se va transformando a cada paso, los acantilados cobran nuevas formas, aparecen nuevas crestas en el horizonte, grutas y agujas perfiladas como si estuviesen jugando con el mar y sus mareas.


  Para disfrutar al máximo debes ir tranquilo, hay que dejarse impregnar de todos los componentes del paisaje. El día soleado nos proporcionaba la luz perfecta, el sonido del mar ahí estaba, permanentemente, y el continuo e incesante graznido de las bandadas de gaviotas nos ofrecieron el conjunto perfecto para un día inolvidable.




  Las “Falaises” se recorren cómodamente, pero puedes llegar bastante lejos sin darte cuenta, es muy aconsejable un calzado apropiado y la vestimenta preparada por si aparecen los chaparrones típicos de estas tierras que si te sorprenden por allí te pueden amargar el día. Por fortuna no fue nuestro caso, dio tiempo a que Flor pudiese tomar apuntes al natural, comer e ir descansando en las praderas al borde de los acantilados…. Lo dicho, una pasada. Viajeros: no hay que perdérselo.


  Al regreso, otra vez por el paseo marítimo, observamos unas tarjetas postales con “Las Falaises” iluminadas por la noche, debía ser un espectáculo que no podíamos perdernos. Preguntamos en un puesto de información turística , solo sacamos en claro que dependía del alumbrado general del pueblo, el chico no estaba seguro si era todos los días. Pensando que era viernes y  estábamos en Agosto, sería casi seguro que esta noche las iluminarían, decidimos regresar a la autocaravana, descansar un poquito hasta que anocheciese e intentar contemplar algo francamente espectacular.


  De vuelta en el área, me asaltó una duda con respecto a la pernocta. Habíamos abonado el coste de 24 horas pero sin resguardo, solamente bajaba el pivote y te dejaba entrar.   ¿Y para salir?.  ¿Cómo sabe el aparato si has estado 24 horas o 48 o tres días?  ¿Nos habrá hecho una foto de la matrícula?. En nuestro caso queremos quedarnos otra noche mas, ¿qué tenemos que hacer? ¿salir y entrar nuevamente?. Observé a varias autos que se iban y simplemente se colocaban delante y esperaban a que bajase el pivote.
Como en tantas ocasiones, la solución viene dada por la  resolución femenina. ¿Por qué no preguntas?,¡que fácil!. Sin saber nada de francés allá que voy hacia una auto que ya estaba acampada cuando llegamos el día anterior. El matrimonio francés de la auto que llevaban tres días se esforzó en hacerme comprender que no había ningún problema en permanecer más de 24 horas. Solucionado. Sin más, nos iríamos al día siguiente.



  Me sorprendió que siendo fin de semana el área se había quedado muy vacía, por lo que después de colocarnos mejor situados, nos disponemos a ir a la playa pensando en la impresionante imagen que pueden ofrecer “Las Falaises” iluminadas por la noche. Pero nada de nada, paseamos, deambulamos y esperamos. Comenzamos a sentir un frío húmedo, ya era de noche y comenzó a llover, el ambiente se tornó algo inhóspito . Y allí no se iluminaba nada. Nos quedamos con las ganas. Por lo tanto, media vuelta y a casa que el día ha sido muy provechoso.

Siguiente entrada: Normandía y La Bretaña (3) HONFLEUR


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1 comentario:

mmhr dijo...

Me encanta el post. El lugar es precioso y espero que alguna vez pueda conocerlo. Saludos

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