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28 mar 2011

NORMANDÍA Y LA BRETAÑA (20) LA ROCHELLE



MIERCOLES 25 DE AGOSTO 2010

Efectivamente, parecía otro lugar. Lo que ayer todo fue esplendor, hoy amanece con una lluvia que no deja ver mas allá de varios metros delante de los pies, y con el viento que azota con fuerza y constancia desde el cercano mar, ha convertido este paraíso en tierra inhóspita, por fortuna, como comenté antes, ahora es el momento de salir a la carretera. La carga de agua limpia y descarga de las grises se hace muy incómoda por efecto del aguacero.




  Salimos sin contratiempos y bien descansados circulando sin retenciones por los tramos donde ayer sufrimos atascos importantes y ya por la autovía gratis, enfilamos la proa hacia La Rochelle.
Continuaba lloviendo con fuerza y nos rodeaba un importante tráfico por lo que los limpiaparabrisas casi no daban abasto, cuando diviso otra AC que nos viene siguiendo y que se nos va acercando rápidamente. Nosotros circulando a 100-110 mas o menos, poca visibilidad por tanta lluvia y con la fuerza del viento que ahora sopla de un costado, al rato sopla con mas fuerza del otro, todos reducimos velocidad a no más de 100.
 Adelantando un camión la AC se nos pega detrás y cuando me reincorporo a la derecha nos pega una pasada que casi nos quita las pegatinas del costado, dando constantes bandazos, se aleja de todo el mundo a una velocidad alucinante. De locos. Nadie, absolutamente nadie circulaba a esa velocidad, ni turismos ni motos, ni deportivos, nadie, a excepción de esta autocaravana con matrícula española. ¿Dónde iría? Sin comentarios.
Solo paramos en un área de descanso para tomarnos el cafetito de media mañana a la altura de Marzan, y luego a la entrada de Luçón en un área comercial con toda clase de tiendas, nos detuvimos para comer. N 46º 27.665’ W 01º 08.179’.



A estas alturas no solo había dejado de llover sino que el sol hizo acto de presencia con fuerza y casi nos obliga a poner al aire acondicionado. ¡Que contrastes! 
Con ambiente bochornoso nos acercamos a las afueras de La Rochelle. En el gps aparecen varias áreas e instintivamente fijo la ruta hacia la que se encuentra más céntrica. Atascos enormes nos obligan a circular en primera velocidad constantemente, cuando en un momento determinado el tonto me indica que gire a la izquierda y me encuentro con la policía local que ha cortado la calle por obras y desviando el tráfico. ¡Que contrariedad! Sin otra opción continúo pero se me ocurre dar la vuelta y volver nuevamente por el mismo sitio porque, pensé, que el guardia podría indicarme por donde se iría al área de autocaravanas que según el tonto estaba allí mismo, detrás de ellos.


Para esta información no hace falta ser experto en el idioma pero además después de tantos días entre franceses me sentía optimista  y con la suficiente soltura para que me entendiese.
 Damos toda la vuelta nuevamente entre un tráfico endiabladamente lento, dos manzanas, un parque y el tonto insistiéndome para que girase en aquella curva. Cuando llego a la altura del gentil y tranquilo policía, bajo la ventanilla y con suficiencia me sale un fluido “siguplé mesié”  “área camping-car?” Al tiempo gesticulo con el brazo que si era en esta o en la otra dirección. Supuse que al vernos con la autocaravana comprendería fácilmente lo que le preguntaba, cuando veo que de repente el buen hombre se contrae, empieza a mirar al cielo entornando los ojos y muy lentamente con evidente dificultad me responde, mmm.. I’m sorry, mmm.. I dont speak English. ¡Dios mío! ¡Qué chasco! Yo todo ufano pensando que ya dominaba el francés más elemental y él me responde en Ingles. Nada, suspendido en idiomas. Tendremos que viajar más a menudo por Francia.


  Absolutamente perplejo no me dio tiempo a reaccionar en ningún sentido, simplemente tiré de frente buscando un sitio donde poder detenernos. No sabía si llorar o reír. Hubiese llorado de saber lo que nos esperaba. Luego de un corto tiempo aparcado para recomponer la figura y sacudirnos el calor, buscamos otra área ya un poco más a las afueras. Nos dirigimos a ella guiados por el inestimable e imprescindible tonto, nuevamente entre una circulación agobiante de coches, gente y calor sofocante.
  Las calles se van estrechando y seguimos haciéndole caso. Me mosqueo enormemente porque los giros son cada vez con más frecuencia en ángulo recto, introduciéndonos paulatinamente hacia el centro urbano. En un cruce diabólico me confundo entre las indicaciones del tonto y las señales de tráfico, metiéndonos por un conglomerado de calles que jamás en mi vida quisiera volver a verlas subido en la autocaravana de mas de siete metros. Todavía no sé si estaban prohibidas a vehículos que no fuesen turismos. No sé si era dirección prohibida, no sé si eran reservadas solo a bicicletas, el caso es que comenzamos a circular rodeados de gente por todas partes, hasta el punto que tenía que detenerme para no dar a nadie con los retrovisores porque íbamos barriendo con ellos el espacio de las aceras y a través de una calzada que era justo el ancho de las ruedas. Se apoderó de nosotros un miedo contenido al sospechar que nos podíamos quedar en cualquier momento completamente bloqueados, nada difícil entre aquellas callejuelas. No había otra opción más que seguir y seguir, lentos, con mucho cuidado.


   El colmo de la desesperación fue llegar a un cruce en donde solo podía continuar hacia la izquierda pero el giro era de noventa grados. Allí parado, todo el mundo mirando como diciendo ¿pero éste a donde va? Un ciclista viene de frente sorteando a la gente, tiene que subirse por la acera para continuar y me indica con la mano, que no, simplemente eso, que no. No se me ocurría otra cosa a modo de disculpa que señalar al tonto y encogerme de hombros. Los chorros de sudor me resbalaban del cogote hasta la rabadilla sin detenerse en ningún sitio y a una velocidad notable. Todavía no sé cómo fui capaz de mantener la calma y empezar a maniobrar entre tanta gente que no nos dejaban de mirar procurando al mismo tiempo ir haciendo la maniobra sin dañar la auto y no golpear a nadie. Evidentemente iba por sitio prohibido o limitado o reservado. Aún no lo sé pero aquellas angosturas se me han grabado en la mente de por vida.
  Un rayo de luz iluminó mi desesperación cuando muy a lo lejos, al final de aquella calle por la que intentaba entrar, me pareció ver cruzar un autobús urbano. Como sea tengo que llegar hasta allí, pensé. Y otra vez con la máxima calma, con la máxima lentitud, sorteando bordillos, gente que se agacha para cruzarse de frente con los espejos, bicicletas que no se paran, malas miradas, la voz del gps que no para de decirme “en cuanto pueda dé la vuelta”, consigo llegar a ésa calle salvadora en donde girando a la izquierda veo una señal de tráfico que indica claramente: circulación prohibida, calzada reservada solo para autobuses urbanos. Me da igual, por donde cabe un autobús, cabemos nosotros, solo quiero salir de ésta ratonera.
¿No queríamos aventuras? ¡Toma aventuras!

  
  Circulo sin complejos y sin ninguna preocupación por la calle reservada a los autobuses pudiendo introducir por primera vez la segunda velocidad y luego la tercera, al tiempo que por la ventanilla abierta nos saluda repentinamente la brisa marina consiguiendo refrescarnos y bajar la tensión tan fuerte que llevábamos acumulada. Yo creo que fueron los dioses del mar que se dieron cuenta de la situación vivida y tuvieron a bien ofrecernos ése alivio para evitar un desmayo repentino o algo parecido.
  Salimos de aquel laberinto de calles y empezamos a divisar los aledaños del puerto, ya la calzada es normal y se circula como dios manda, además el tonto recupera la cordura y nos empieza a dirigir con sentido común, por calles donde sí se puede transitar.
Superada esta prueba nos encontramos con un puente elevadizo que cruza hacia el otro lado del puerto teniendo que esperar al hallarse el semáforo en rojo. 
  Todavía jadeo allí parado pero me tranquilizo viendo que el gps nos dirige lejos de todo lo que se va quedando a nuestras espaldas. 
  Cruzamos el puente de uno en uno y empezamos a circular por un barrio de calles amplias, casitas bajas y mucha arboleda. Ahora sí estamos definitivamente salvados. Allí detrás no vuelvo jamás así me lo indique el tonto o La Guardia Civil.
  Ahora nos encaminamos, ya más tranquilos, hacia el área añorada llevándonos una nueva sorpresa, porque el día estaba de sobresaltos.
   De área nada, se trataba de una fuente con el desagüe a su lado instalado a lo largo del arcén en una amplia avenida, solo para carga y descarga. Eso sí, justo enfrente hay un Camping, pero además completamente lleno. Señales explícitas indicaban la prohibición de pernoctar en los alrededores. Lo dicho, el día estaba “chungo”.


  Menos mal que se encontraban dos autocaravanas haciendo cola para repostar agua y me dirigí  hacia ellos, absolutamente envalentonado aunque fuesen franceses o alemanes. Lo que hace la experiencia. Resulta que el matrimonio francés a los que les pregunté, tenían un hijo que hablaba español perfectamente y trabajaba en aquel camping. Le llamaron por teléfono e inmediatamente me indicaron un lugar cercano donde se podía pernoctar sin problemas. 
  La amabilidad de éste matrimonio nos resarció en buena medida de la tarde que llevábamos arrastrando, y efectivamente casi a un kilómetro mas adelante, junto al puerto deportivo, había una amplísima zona de parking donde una ingente cantidad de autocaravanas nos hizo pensar que quizás todavía no habían terminado nuestras desdichas. Se encontraban varias aparcadas fuera de esa zona “Chapurreaban” entre ellos entendiéndoles, sin mucha precisión, que no había sitio para más autocaravanas. 
Ante semejante cúmulo de situaciones tensas aparcamos con la intención de hacer detener el tiempo y que las cosas se relajen, empezando por nosotros mismos.
  Camino por los alrededores para investigar la situación, localizando primero la entrada, que tenía trampa, y luego un solo sitio en el centro del parking. Me lanzo a ponerme en marcha antes que nadie se entere y salgo entre los franceses que ya estaban preparándose para pernoctar allí fuera.
  Y a las seis de la tarde con bastante bochorno me coloco con suficiente espacio dispuesto a no moverme de allí en mucho tiempo.
  Parking de Minimes, se permite la pernocta, es gratis pero no hay servicios para las autocaravanas. Parece ser que en verano ponen el gálibo para que no se congestione de Acs. Pero bordeando el perímetro entre el parking y las edificaciones colindantes, se puede acceder por un estrecho pasillo sin mayores problemas. La prueba es que ya no cabía nadie más. Es un buen sitio porque al final resulta tranquilo y accesible para ir caminando al centro de la ciudad. Los alrededores son apacibles con el puerto deportivo, playas, etc.ideal para moverse en bicicleta. N 46º 08.597’ W 01º 08.179’


  Un amable colega francés, me indica en las maniobras, con toda clase de aspavientos y hablando por los cuatro costados como si nos estuviese esperando.
  Qué gratificante es encontrarse gente que te aborda desinteresadamente para echarte una mano en lo que sea. Por esta parte de Francia, mucho más al sur, hemos notado diferencias en el comportamiento y en las maneras de la gente. Por Normandía son mas típicos centro-europeos, distantes, serios, como si tuviesen un íntimo deseo de no aparecer por ninguna parte, sin embargo por aquí, se asemejan mucho más al estereotipo latino. Se hacen visibles, están, por las maneras y las voces, te abordan fácilmente, los del norte les tienes tú que ir a buscar.
  Y por fin, ahí estamos, ya hemos llegado, solo han sido poco más de trescientos kilómetros pero me han dejado para el arrastre. El “paseito” por La Rochelle permanecerá en nuestra memoria grabado a fuego y sudores.
  Con un tranquilo y agradable paseo por el puerto deportivo después de una lijera cena y el fresco que se deja notar a la caída de la tarde, nos recuperamos del casancio y nos recogemos en casa despué de un día de esos que hacen afición.


JUEVES 26 AGOSTO 2010

  Bien descasados seguimos con todos los ánimos del mundo para seguir con nuestro periplo por tierras francesas aunque bien es cierto que a estas alturas del viaje ya nos encontrábamos algo cansados. Supongo que la falta de costumbre de tanto patear arriba y abajo.
  Caminamos hasta la entrada de La Rochelle por unos paseos con carriles para bicicletas entre 
jardines y los muelles del puerto deportivo. Por esta zona ( el barrio de Les Minimes ) son todo edificaciones de dos o tres plantas que se asoman al estuario de entrada al puerto que a su vez está flanqueado por jardines en toda su longitud, haciendo ambientes abiertos y muy agradables.

  
  Fue aquí nuevamente donde nos dimos cuenta de la diferencia del carácter entre la gente del sur de La Bretaña con la de más al norte, en Normandía. Un señor muy afable, cargado de una buena colección de cámaras fotográficas, se acercó a observar lo que Flor estaba pintando, nos preguntaba varias cosas y cuando comprendió que no le entendíamos se disculpó con mucha cortesía antes de alejarse.


  Pero sobre todo quien nos cautivó por su amabilidad, fue una señora de una cierta edad, con una larga melena blanca, regordeta,  vestida con gran pamela rosa y un vestido enormemente florido y hermoso  a juego con la pamela, paseando con su caniche que también llevaba un lacito ¿a que no sabéis de que color?........ también se acercó a Flor y aunque le indicamos que casi no la entendíamos ella se esforzaba en explicarnos toda clase de pormenores de La Rochelle, así como lugares que según ella ofrecían las mejores vistas sobre la ciudad, y no uno, sino varios sitios. Era evidente que tenía un vivo interés para que nos resultase la visita lo mas agradable y fructífera posible. Era todo un personaje, encantadora, difícil de olvidar.


  Efectivamente la entrada al puerto desde éste barrio es espectacular. Las dos torres que flanquean el estrecho acceso al puerto viejo, en pleno centro histórico, nos retrotraen a épocas medievales. La torre de San Nicolás y la torre de La Chaine, segunda mitad del siglo XIV, destruidas parcialmente en multitud de conflictos y reconstruidas posteriormente, guardaban el acceso al puerto hasta con cadenas que extendían entre las dos torres para evitar el paso de posibles embarcaciones enemigas.


   Hoy en día ya no existe el ambiente comercial que tuvo La Rochelle en su época de esplendor. Ahora la importancia económica se ha trasladado a otros puertos de mayor calado.Los alemanes durante la segunda guerra mundial construyeron aquí un puerto para sus famosos submarinos U-boot desde donde atacaban a los barcos británicos y americanos por todo el Atlántico. Este puerto de submarinos aún se conserva y es visitable.


  El ambiente del puerto viejo ahora es eminentemente turístico, muy animado y colorista. Restaurantes, cafeterías, marisquerías y toda clase de reclamos para "guiris".
Aunque la mañana se presentó bochornosa era agradable pasear entre tanta animación.



  Un cafetito con bollito del lugar por nueve euros los dos, nos recordó por donde andábamos.
En el puerto viejo, sobresale la llamada torre del reloj. La Grosse Horloge, un arco situado en lo que fueron las murallas de antaño y que da paso al casco histórico.


La Rochelle carece de grandes monumentos sobresalientes, a excepción de algunas edificaciones civiles como el Ayuntamiento de corte renacentista, el de la bolsa, el hôtel de la Bourse. Su encanto se encuentra más bien en el ambiente general de callejuelas peatonales con frecuentes soportales que dan cobijo a toda clase de comercios y muchas tiendas de modas..
No fui capaz de identificar las calles por donde nos metimos ayer con la autocaravana, pero casi mejor, por que si no, algún pasmo cardíaco me hubiese producido solo el recordarlo.


  Nos llamó mucho la atención el siguiente detalle. Las calles, fachadas de tiendas, portales, etc se encontraban tan cuidadas como cabe esperar de Francia, sin embargo, en cuanto levantabas la mirada, parecia que de repente habías cambiado al lado oscuro,  los tejados, balcones, fachadas en su conjunto pidiendo a gritos una mano de pintura, ajadas ventanas echas polvo, nos resultó chocante el apreciable deterioro que vimos en la practica totalidad del centro histórico.


Francamente curioso. Especial mención al estado en que se encuentra la Catedral de S. Nicolás, completamente abandonada a su suerte, con un evidente y visible deterioro en todo su conjunto que contrasta enormemente con la pulcritud que hemos visto en toda Francia con sus monumentos históricos.


  La Rochelle tiene muchos mas sitios que visitar. El museo acuático, donde se conserva el legendario barco oceanográfico, Calipso, utilizado por el recordado Jacques Cousteau. La base de submarinos mas grande del Atlántico que los alemanes construyeron en la Segunda Guerra Mundial, se conserva intacta y se puede visitar. La isla de Ré, unida con el continente por un puente donde existen unas importantes marismas y ofrece una imponente perspectiva de toda la bahía.

  
  Otro paseo tranquilo hasta la autocaravana, cansados pero satisfechos, nos condiciona para comer y echarnos una siestecita justo cuando empieza a llover en plan tormenta. El bochorno de la mañana lo presagiaba.
  Nos decidimos a tomarnos la tarde de relax. La siesta estuvo acompañada por el sonido del fuerte aguacero que cayó haciendonos disfrutar de un relajado descanso que solo se puede sentir tumbado plácidamente en tu autocaravana. Aún así, pasado el chaparrón, salimos a conocer los alrededores del área en dirección al mar abierto, en donde una amplia playa se asoma a la multitud de islas que existen en los alrededores de la bahía de La Rochelle.Una preciosidad al atardecer con el Sol de poniente. En definitiva, otro buen sitio para recomendar.

  
  Terminamos el día con Flor pintando en la auto y yo con una curiosa conversación con el vecino que teníamos al lado y que resultó ser un Belga muy parlanchín. Por lo visto tiene la autocaravana matriculada en Francia, pagando así menos impuestos que en su país, incluído el seguro. La pena es que mi francés es paupérrimo, por no decir inútil, y él no hablaba español, por lo que no pude indagar mas en el asunto. Lo que sí le entedí perfectamente es que a ellos también les resulta Francia el mejor país europeo para las autocaravanas y España, lamentablemente, es donde peor les han tratado. Lo dicho, qué pena no dominar el idioma con fluidez y haber podido entablar una, con toda seguridad, muy interesante conversación.



  A la hora de la cena, ¡sorpresa! la botella pequeña del gas que habíamos cambiado por la grande en Mont Saint Michell, también se acabó. 
Esta circustancia nos obligó de alguna manera a precipitar la vuelta a casa. Ante la imposibilidad de repostar gas decidimos que todo lo que dejaríamos de visitar sería la escusa perfecta para volver por estas tierras en una próxima ocasión.
  Nos quedábamos con las ganas de ver mas cosas y mas sitios, insaciables de nosotros, pero ante el imponderable de que no pueda funcionar la nevera y en menor medida la cocina y teniendo en cuenta que íbamos verdaderamente llenos de satisfacciones intensas en nuestro primer viaje a Francia con la autocaravana, decicimos definitivamente que mañana daríamos el salto hasta San Sebastián de un tirón haciendo escala en ésta fantástica ciudad para pernoctar en su magnífica área que ya conocíamos del verano pasado y así terminar éste viaje que ha cumplido ampliamente todas las perspectivas que habíamos depositado en él.
  Efectivamente, todo el mundo que nos recomendó visitar Francia, tenían razón, y más.
Con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide...¡VOLVEREMOS!.  



Ver NORMANDIA Y LA BRETAÑA en autocaravana. Agosto 2010 en un mapa más grande

Si te ha gustado esta entrada y la información que incluimos te ha sido útil..... agradecería tu g +1
recomienda este blog en google.

8 comentarios:

Katy dijo...

Un relato muy completo sobre ls peripecias con el coche y bien guiado. Leyéndote es fácil recorrer los sitios. Un bonito viaje. Las fotos algunas de profesional.
Un saludo y a por la siguiente

Conrad dijo...

Gracias por el relato. Me he reído, me he enamorado de esos lugares, y hasta me he estresado con vosotros! La zona ... una asignatura pendiente. El Tomtom ... mejor tirarlo a la basura ;-)

Un saludo!

elviajerosinprisa dijo...

Katy: Me alegro que viajes virtualmente con nosotros, eso es darme ánimos de verdad para seguir con el blog.
Abrazos.

elviajerosinprisa dijo...

Conrad, estoy convencido que el inexperto soy yo con el Tomtom, pero todo es cogerle el aire, en adelante analizaré mas detenidamente sus indicaciones antes de lanzarme a tumba abierta.
saludetes

Esther dijo...

Un diario muy entretenido y muy útil.
Somos de Madrid y en agosto subiremos quince días para recorrer muchos de los lugares de los que has comentado, he cogido bastantes referencias por lo que nos será de gran ayuda.
Da gusto leer diarios así, son una maravilla!
Gracias, saludos!

elviajerosinprisa dijo...

Pues nada Esther, anímate y hazte un blog con tus viajes, seguro que disfrutarás tanto como nosotros recordando todas las peripecias. Si te sirve como referencia de sitios y lugares nos das una alegría, porque así devolvemos el favor que otros autocaravanistas nos han hecho con sus relatos.
Gracias por tu comentario y feliz viaje.

Enmascarado dijo...

genial tu blog...sobre todo para uno que va a hacer su primer viaje en autocaravana. Solo espero que no me pase lo del episodio de las callejuelas...ayyy Dios.

Gracias a gente como tú, los novatos podemos sobrevivir y empezar a disfrutar del viaje antes incluso de hacerlo.

Un saludo,

elviajerosinprisa dijo...

Gracias amigo y no te amilanes que "palante o patras" siempre se sale. Esto forma parte de la sal de la experiencia y no hay autocaravanista que tarde o temprano no se enfrasque en algo parecido pero nunca llega la sangre al río.
Tu tienes que adquirir tu propia experiencia y eso solo se consigue viajando y viajando, como todos.
Gracias de nuevo, felices viajes y un cordial abrazo.

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